A media mañana, hicimos una de las excursiones más entretenidas del viaje: la visita a un pueblo nubio. Para llegar hasta él puedes ir en camello, opción que suele elegir todo el mundo.Los nubios son un pueblo prehistórico que viven alejados de las grandes ciudades. Son amables con los turistas ya que, como en todo Egipto, éstos suponen una fuente de ingresos considerable. Las casas son curiosas y sus mascotas aún más: cocodrilos. Los nubios los tienen en casa hasta que son demasiado grandes y los sueltan en el Lago Nasser. Como no podía ser menos, también hay puestos de recuerdos, tapices, camisetas, etc.
Tras una agotadora mañana, volvemos al barco hambrientos. La zona adaptada para turistas, que es en la que nosotros nos movemos, suele tener buffet con una variedad de comida internacional para que nadie pase hambre. Es un lujo utilizar los ratos libres en subir a la terraza y disfrutar de un bonito paisaje que mezcla la vegetación de la ribera con el desierto a pocos metros atrás, mientras te tomas un té de menta caliente y te das algún que otro chapuzón en la piscina.
A media tarde nuestro barco paró en Kom Ombo donde visitamos el templo de Sobek y Haroeris. En sus paredes puedes ver un calendario, los instrumentos quirúrgicos que se emplearon (es sorprendente ver el parecido con los actuales), diferentes ritos y ofrendas, entre otras muchas representaciones. Además el templo cuenta con un nilómetro y tiene una historia también interesante.
Después de un duro primer día, el cuerpo te pide descansar pero con unas buenas sensaciones que te producen todas las experiencias vividas.