Viajados

Si hay una ciudad emblemática en España, como ejemplo de superposición de culturas en perpetuo diálogo con la historia, esa es sin duda Córdoba.

Para sumergirnos en el universo de este conjunto monumental, crisol de culturas, hemos elegido un nuevo hotel que ha abierto sus puertas en el corazón de la judería cordobesa. "Las casas de la Judería", es una obra maestra que lleva más de una década de obras y sueños de sus creadores.

www.casasypalacios.com

Crear desde cero un cinco estrellas entre las estrechas calles del centro monumental de una ciudad Patrimonio de la Humanidad, es todo un desafío que solo puede salir bien con mucho cariño y compromiso hacia el entorno que le da sentido.

Llegamos a medio día, tras más de 350 kilómetros de coche y cruzamos la urbe hasta llegar a las puertas del hotel de las banderas amarillas, donde nos recibe un empleado que nos ayuda con el equipaje y se lleva el coche al parking, para que no nos tengamos que preocupar de el en dos días.

Tras pasar por la recepción, subimos a la habitación con muchas ganas de descansar y refrescar nuestro espíritu con una ducha y un vaso de agua helada. Estamos en plena ola de calor y es fundamental adoptar un método de supervivencia, que nos permita disfrutar de nuestra estancia sin sufrir los efectos de estas temperaturas extremas.

El aire acondicionado, imprescindible en estas latitudes, hace aún más confortable nuestra alcoba, convertida ya en un refugio aislado del ardiente mundo exterior.

La decoración basada en imágenes de Córdoba, está rematada con un fantástico cabecero de "cordobán", afamada técnica artesanal autóctona.

Tras una hora ya estamos listos para salir a la calle con la botella de agua helada en la mano, sandalias y muy poca ropa.

324 fotos en el álbum

Vamos a perdernos por las estrechas calles del barrio, en busca de los pequeños bares y tascas, famosos por el tapeo.
Están salpicadas de todo tipo de tiendas que exponen su colorida mercancía a cada paso.

Una caña y una tapa de boquerones nos esperan tras una calleja florida, un poco más allá un restaurante donde nos sentamos en una mesa junto a un patio repleto de macetas, para tomar un vino fino y una tapa de chipirones.

Ya hemos repuesto fuerzas, seguimos explorando este laberinto de calles, hasta llegar a la Mezquita.
Tras las puertas de este recinto cuadrado, accedemos al patio de los naranjos, donde hay que comprar los tikets con los que se puede acceder al interior de este emblemático monumento.

Es el marco ideal para pasar las horas centrales del día y refugiarse del calor, en este bosque de columnas donde reina la calma y el frescor en la penumbra de su inmensidad.
Nada más cruzar la entrada nos separamos con las cámaras listas para fotografiar el impresionante universo de formas caprichosas, iluminadas por los pocos rayos de sol que atraviesan con pudor la atmósfera de este recinto sagrado.

Dos grandes culturas superpuestas a los restos romanos, han competido por alcanzar la perfección. Dos estilos arquitectónicos fundidos en un monumento único, donde se venera al mismo Dios.

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Aunque realmente se llama Catedral de la Asunción de Nuestra Señora, todo el mundo la conoce como Mezquita de Córdoba, edificio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, junto al centro histórico.

Se comenzó a construir en el año 786, sobre los restos de la basílica visigoda y bajo el reinado del primer emir omeya Abderramán I. La coronó Almanzor, en el siglo XII.

Es curioso, como muchos materiales son reutilizados de construcciones romanas y visigodas, los diseños en muchos casos también inspirados en estas culturas.

Hacia el 152 a de C. la ocuparon los romanos, que la llamaron Corduba y la convirtieron en la capital de la Bética. Tuvo escuelas de alto nivel, actividades comerciales importantes y fue destacable su actividad agrícola. Córdoba fue amurallada.

En la época visigoda dependió del reino de Toledo, construyeron la Basílica de San Vicente, que después se convertiría en Mezquita.

En el 711 Córdoba pasa a ser musulmana y se convierte en capital de Al-Andalus, se reconstruye el puente romano, se restaura el amurallado y se funda la Mezquita Aljama. En el 756 el príncipe omeya Abderramán I se convierte en la única autoridad en Andalucía al derrotar al emir Abasida.

Córdoba vive un desarrollo cultural con maestros, poetas, matemáticos, filósofos, médicos … 
Abderramán II sigue ampliando la Mezquita, baños y fábricas de tapices.

En 929 Abderramán III se proclamó Califa y crea un califato independiente de Damasco, llevó a la ciudad a ser la más culta y poblada de Europa. A 8 km edificó Medina Azahara, un lujo para vivir y morir.

El Califa tuvo grandes aciertos, pero también fue cruel y despótico.

Alhakén II, heredero de Abderramán III, con 48 años fue el segundo califa omeya de Córdoba, vivió en el Alcázar. inteligente, culto, piadoso, durante su gobierno se hicieron las últimas y más bellas ampliaciones de la Mezquita.

Entre otras cosas,  creó una biblioteca con cuatrocientos mil volúmenes, escuelas de medicina, de traducción; fundó 27 escuelas públicas e impulsó la Universidad de Córdoba.

En esta época hizo su entrada en la historia Almanzor, aunque fue durante el siguiente gobierno de Hisham o Hixem II, cuando su carrera política y militar tuvo mayor influencia.

El Califato comenzó a desmembrarse, dejando de existir en el 1030.

Los bereberes ayudados por Sancho de Castilla destruyeron Medina Azahara y durante los siglos XI y XII Córdoba se redujo a una simple taifa.

En 1236 fue conquistada para Castilla  y León por Fernando III El Santo.

Posteriormente los Reyes Católicos la hicieron corte real durante un tiempo, para la conquista de Granada.

En la actualidad la ciudad convive en singular armonía entre el legado de su glorioso pasado y las expectativas de un futuro plural y abierto al mundo, lo que la ha llevado a ser propuesta como capital europea de la Cultura en 2016. 

Cuando empieza a caer la tarde, nos dirigimos a la estupenda piscina del hotel para refrescar el cuerpo y relajar el alma.

Unos largos y luego un rato en la hamaca, para volver otra vez a bucear, mientras mi compañera se queda dormida. Son los sueños obligatorios durante el verano, que hacen más soportable este ritmo de vida y nos permiten trasnochar.

Después del baño, todos los músculos del cuerpo están relajados, es sin duda la mejor terapia para volver a la actividad y seguir aprovechando este corto, pero intenso primer contacto con Córdoba.

Subimos a la habitación a tomar una ducha, nos vestirnos para acudir a una cita que tenemos con el director del hotel, que ha accedido amablemente a enseñarnos en persona, todas las instalaciones y a contarnos in situ cada detalle de esta compleja obra.

Como veremos, no hay nada más complicado que restaurar y construir en un conjunto monumental haciendo de varios edificios uno sólo.

Este era el reto para la empresa "Hoteles, Casas y Palacios de España", que desde el principio buscaba un lugar emblemático, en el corazón de la ciudad, desde donde enamorar al visitante, con una estancia cordobesa genuina en todos los aspectos. Si hay algo que realmente caracteriza un hotel, es su situación y en segundo lugar su capacidad de integración en el entorno, la cultura y las señas de identidad que el viajero espera encontrar cuando llega a un destino como es, en este caso, Córdoba.

El edificio está compuesto de varios palacios y casas históricas, formando un laberinto de pasillos y patios comunicados entre sí, mediante un diálogo de miradas y colores, aromas y ambientes. El lujo aquí no es hacer ostentación sino ofrecer al viajero una estancia a la altura de sus expectativas. El verdadero lujo en Las casas de la Judería es sentirse como un califa en la ciudad califal.

“Por encima de las Estrellas”

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Cuatro casas unidas. Una de ellas, la denominada “La Casa de las Pavas”, data del siglo XV y está catalogada como Monumento Histórico, por el Archivo de Bienes de Córdoba.

Desde las terrazas podemos admirar la puesta de sol sobre los tejados, a medida que el edificio se ilumina, en tonos dorados haciendo honor a la noche.

En este preciado paraje, en el cielo abovedado que cubre la ciudad, han asentado también su vuelo y su jolgorio los cernícalos Primilla, pequeño halcón urbano al que tenemos un especial afecto.

Terminamos la visita en el restaurante "Las caballerizas de los marqueses", un lugar sobrio con decoración dedicada a los caballos de pura raza española.

Como es ya hora de cenar nos quedamos en una mesita íntima, para degustar una cena ligera a base de gazpacho de sandía, ensaladas y berenjenas rebozadas.

De segundo carrillada ibérica del valle de los Pedroches, glaseada con queso de cabra, una delicia de suaves texturas y sabor a dehesa.
Mi acompañante se decide por un Bacalao confitado con patatas y hongos.

Tras la cena un paseo en busca de una tetería donde rematar esta primera jornada.

Después del desayuno salimos del hotel en busca del Hammam, que está a tan sólo un par de manzanas.

Medina Califal, Baños Árabes, S. L
C\ Corregidor Luis de la Cerda, 51. Córdoba.
Tlf. 902 33 33 34 / 957 48 47 46
E-mail: cordobareservas@hammam.es

www.hammamspain.com/cordoba

Nada más entrar en los baños, la decoración nos traslada al mundo árabe, donde el agua tiene un papel ritual.

Dejamos la ropa en los vestuarios y pasamos a la zona de aguas tibias, que es la piscina central jalonada de columnas de mármol.

La idea es combinar distintas temperaturas, para tonificar los músculos. En otra sala están los baños calientes y la sala de vapor o baño turco. Después de un rato, buscas con ganas el contraste en las pilas de agua fría, para volver al agua templada, a la espera de la masajista.

Mientras esperamos sobre la piedra caliente, nos sirven un té verde con hierba buena a la luz de las velas. De fondo suena una ambientación de música árabe.

La masajista prepara la camilla para regalar nuestros cuerpos, con el mimo de los aceites y sus manos expertas.

Después en la mesa redonda de la esquina, nos aplica un masaje exfoliante tradicional en piedra caliente, éste masaje se realiza con un guante Kessa y jabón natural.

Córdoba que fue en su día la ciudad más grande e importante de Europa, nos invita continuamente a perdernos por una calle sinuosa, que nos llevará a descubrir su esencia y nos regalará su espíritu inmemorial.

Un pincho de la tortilla más grande jamás cocinada, se acompaña de un vino fino Montilla-Moriles, característico por su paladar avellanado, oloroso y de baja acidez con final amargoso.

www.montilla-moriles.org

Entre la población flotante de turistas encontramos de vez en cuando, una oleada de japoneses que siguen, asombrados, a su fiel guía turístico.

Nosotros, en cambio, no seguimos más guía que nuestro instinto y curiosidad, lo que nos lleva a encontrar las perlas humanas de este rosario.

Músicos ambulantes aderezan la fantasía arquitectónica con su generoso arte.

Llevamos en la cabeza las mujeres de Julio Romero de Torres (1874 - 1930), pintor cordobés que supo transgredir a la fama con su mirada triste y sensual de la mujer morena, inmortal modelo de genuina belleza cordobesa.

El museo que lleva su nombre, uno de los más visitados de España, se encuentra en el barrio de Axequía junto al Museo de Bellas Artes. La amplia colección de la familia ofrece un recorrido por la prolífica obra de este obrero del arte, que se ha convertido en un icono de la ciudad y profeta del duende andaluz.

Plaza del potro Nº 1
Tel 957 491 909
En verano y fines de semana no abre por las tardes. Cierra los Lunes

Precio 4€. Viernes gratis

Muy cerca encontramos un taller de fabricación de guitarras, donde un joven virtuoso prueba un ejemplar recién terminado, frente al atento luthier que sigue trabajando.

www.hermanospena.es

Los hermanos Peña son la fórmula 1 de los guitarreros y por su taller pasan las mejores escuderías del arte flamenco y de la música en general.

Es fácil hablar con la gente que esta siempre dispuesta a dar todo tipo de indicaciones. Conocemos a Ray el poeta de la caligrafía cordobesa que trabaja a pie de calle y hacemos piña con los forofos de la roja antes de ver la semifinal del mundial en un bar lleno de futboleros.

Dejamos Córdoba con ganas de volver y la impronta de un viaje que nunca olvidaremos.