Si hay algo que hace de nuestro viaje algo para recordar es la gastronomía, tan próxima y al mismo tiempo tan distinta, que ha llenado de recuerdos y sorpresas nuestra memoria gustativa para siempre.
Dos grandes cátedras culinarias distinguen este país del resto del universo, la pesca y los dulces.
No he visto nunca una ciudad tan golosa como Lisboa, con tantas pastelerías a cual mas típica y arraigada en el entorno.
Del marisco se puede hablar mucho y tendido, ya que el inmenso mar provee a estas gentes de la materia prima para un permanente espectáculo de color y sabor.
Recomiendo el arroz con marisco, una cazuela de sorpresas y sabor.
El mero, que es uno de los pescados mas finos y agradables y, si tu bolsillo te lo permite una docena de ostras con un vino verde.
En cuanto a los pasteles es cuestión de probar e investigar, pero destacan unos pastelitos redondos de pasta fina y crema pastelera que creo, son los pasteles de Belem también llamados Natas.
Tanta habilidad con los pucheros , la plancha y el horno bien acompañado de uno de los caldos lusos, es digno de admiración, pero Portugal está a la altura del resto de Europa en precios, una cena para dos llega fácilmente a 50€.
Lo único que esta a buen precio es el café, solo (una Bica) 0,75€ mini café sólo, riquísimo.
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