La vida de Peniche esta dedicada al mar desde tiempos remotos y lo hemos podido respirar en el paseo por el puerto, solo hay que observar para ver que es una ciudad volcada ha los recursos de las aguas marinas y mas recientemente abierta al turismo.
Seguimos el espolón del puerto que nos lleva junto al mar y junto a los embarcaderos de recreo y pesca particulares, hay ambiente Dominguero y relajado y nos llama la atención un coche, es un Mini rojo, con todo tipo de banderas y pancartas patrióticas de Portugal y tras preguntarle al amable y distendido conductor le retrato el automóvil de sus amores.
Nunca había visto tanta pasión por la pesca a la caña y otras técnicas como en esta península, la gente disfruta el fin de semana de la pesca en familia o entre amigos para mayor disfrute del pescado fresco y esos momentos pasados frente al mar dejando la saudade aparcada y recargándose con la brisa marina.
Al fondo observamos el puerto pesquero e industrial, donde se cuece el meollo de la cuestión, las conservas de sardinas y delicias del mar se preparan como los barcos para faenar, son bravos pescadores que afrontan semejantes mares, siempre con la esperanza de que llenen las redes y que rían en casa los mejores augurios.
Hay también una compañia de barcos que propone descubrir las encantadoras islas Berlengas, Reserva Natural y cercanas a Peniche.
Y del mar a la panza que diría Sancho Panza, porque ya se huele por las calles la razón de ser de este pueblo, del mar el Mero y de la tierra la patata y el puerro..
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