Vivir entre muros de 4 metros, es la solución perfecta a los calores del verano castellano y, si los arquitectos de aquella época tenían algo en mente, era hacer las cosas para perdurar en el tiempo como dice el lema del castillo, "CUM TEMPORE" por encima del tiempo.
Los relojes parecen detenerse cuando abres las maletas, sientes que te conviertes en parte de la historia de estos muros de piedra caliza, que son protagonistas de la decoración de las habitaciones.
El silencio y el frescor de este micro clima interior lo envuelven todo, e invitan desde el primer instante a imaginar tiempos pasados, a sentirse al menos rey de este feudo que la modernidad ha hecho confortable y romántico.
Protagonista de la habitación, es una enorme cama coronada de cojines y almohadas, a la que es difícil resistir al menos para retozar un instante y comprobar que dos, caben de sobra.
En las paredes, una decoración sobria con láminas de los personajes de la historia de España y muebles clásicos en su justa medida.
Los baños rompen con colores intensos y un mobiliario mas vanguadista, al que la pizarra dota de elegancia con su oscura calidez.
Es difícil recordar si vinimos en automóvil o en una calesa con la guardia de caballeros, atravesando los páramos, tirados por 4 hermosos caballos blancos que ahora reposan en las caballerizas, tras alguna escaramuza con las huestes del Rey moro y si la dama con la que comparto este lecho principal es realmente una reina.
Pero si algo es seguro, es que, ser rey es algo a lo que uno se acostumbra deprisa y las sensaciones que me invaden parecen confirmar que este castillo esta hecho a mi medida.
Acceso a Internet en las habitaciones, tv plana y DVD, nevera mini bar o caja fuerte son las cosas que tiene la modernidad.
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